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domingo, 23 de agosto de 2020

TESTIMONIOS PARA ILUMINAR NUESTRO DISCERNIMIENTO

 A partir de tres testimonios tomados de la Escritura, queremos ayudarte a que tú también puedas, escuchando al Señor que te habla, responderle generosamente y así, poniéndote en camino, vivir en tu vida el plan de Dios.

Vocación de Samuel
Por tercera vez llamó Yahveh a Samuel y él se levantó y se fue donde Elí diciendo: “aquí estoy porque me has llamado”. Comprendió entonces Elí que era Yahveh quien llamaba al niño, y dijo a Samuel: “vete y acuéstate, y si te llaman, dirás: Habla Yahveh, que tu siervo escucha.” Samuel se fue y se acostó en su sitio. Vino Yahveh, se acercó y lo llamó como las veces anteriores: “¡Samuel, Samuel!” Respondió Samuel. “Habla que tu siervo escucha!” (1 Samuel 3, 8-10)

Vocación de Jeremías
Entonces me fue dirigida la palabra de Yahveh en estos términos: “Antes de haberte formado yo en el seno materno, te conocía, y antes que nacieses, te tenía consagrado: yo profeta de las naciones te constituí.” Yo dije: “¡Ah señor Yahveh! Mira que no se expresarme, que soy un muchacho”. Y me dijo Yahveh: No digas: “soy un muchacho”, pues a dondequiera que yo te envíe irás, y todo lo que te mande dirás. No les tengas miedo, que contigo estoy yo para salvarte – oráculo de Yahveh-. (Jeremías 1, 4 – 8)

Vocación de los primeros discípulos
Jesús se volvió, y al ver que le seguían les dice: “¿Qué buscan? “Ellos le respondieron: “Rabbi -que quiere decir, Maestro- ¿dónde vives?” Les Respondió: “Vengan y lo verán”. Fueron, pues, vieron donde vivía y se quedaron con él aquel día. Era más o menos la hora décima. (Juan 1,38-39).

Algunas preguntas para ayudar en tu oración:
    • ¿Qué texto te identifica más y por qué?
    • ¿Has sentido alguna vez que Dios te llama para una misión?
    • Recuerda las formas en que Jesús te ha llamado ¿Cómo han sido tus respuestas?
    • Según los textos, generalmente ¿para qué llama Dios?
    • ¿Para qué te llama a ti?
    • ¿Cómo responden los que Dios llama?
    • ¿Cómo respondes tú al llamado?


viernes, 21 de agosto de 2020

La llamada de Dios

La historia de la salvación, a pesar de las repetidas caídas y sucesivas claudicaciones de la humanidad desde el pecado de Adán, muestra siempre la intervención amorosa de Dios que, en su infinita misericordia brinda, al hombre, el perdón y la gracia divina.

            La vocación (sustantivo del verbo latino vocare, expresado en hebreo por qara' y en griego por kaleo, = llamar) es la llamada de Dios, la elección por parte de Dios, que en su amor eterno se hace presente al hombre y lo llama para investirlo de una misión. La vocación cristiana en el bautismo es una invitación de Dios a la esfera de lo divino, a ser "criatura nueva" (2Cor 5,17), "partícipes de la naturaleza divina" (2Pe 1,4). Representa la manifestación explícita de la relación de elección que el misterio de amor eterno de Dios y de salvación establece con Israel y con diferentes personajes de la historia bíblica: "Cuando Israel era niño, yo lo amaba y de Egipto llamé a mi hijo. Yo los he llamado (Os 11,1ss). Vosotros sois hijos para Yahvé…Yahvé te ha elegido Dt 14,1-2) Y a la llamada de Yahvé, Moisés responde: "Heme aquí" (Ex 3,4); y María contesta: He aquí la esclava del Señor" (Lc 1, 29).

            Es esta una cuestión que ha caído hoy en desuso y en un cierto olvido, pero se impone fácilmente por su firme vitalidad y hasta por su extrema necesidad; basta reflexionar sobre la escasa importancia reservada en la actual sociedad civil a la llamada que viene de Dios y a las exigencias del espíritu en general, mientras que nos proclamamos comprometidos en favor de la promoción y el crecimiento de la dignidad humana. Solicitado por la vocación divina y asociado al proyecto salvífico con el encargo de una misión especial, el hombre estará mejor equipado para llevar a cabo sus cometidos, que no pueden confinarse dentro de la sola dimensión terrena y provisional del hombre, sino que abrazan necesariamente también su realidad y sus exigencias sobrehumanas y eternas, a las que es constantemente llamado por el amor de Dios, manifestado en la plenitud de los tiempos en Cristo Jesús y en el don del Espíritu.

            La vocación interpela al hombre en su totalidad y hasta en su intimidad, poniendo de manifiesto sus dotes de generosidad y aceptación del don divino o descubriendo, por el contrario, las opuestas facultades de egoísmo y rechazo. Esencial por su misma definición y primordial por la realidad expresada con la elección, ese don señala silenciosamente las etapas de la revelación divina y del camino del hombre, tanto del que la acepta generoso como del que la rechaza egoísta. Israel, el pueblo de prominentes personajes en relación con la alianza del AT; Cristo, la Iglesia su cuerpo místico con sus miembros en sus diferentes funciones en el NT, dos entidades que, en definitiva, no forman más que una sola, indican en concreto el alcance excepcional de esta misteriosa iniciativa de Dios respecto a lo creado, desde aquella primera vocación divina que llamó a la existencia al universo entero (Gén 1-2) hasta la que, al final del Apocalipsis, proclama "dichoso al que guarde las palabras proféticas de este libro" (Ap 22,7), y a la de Jesús, que en el epílogo mismo del Ap se dirige "a todo el que escuche las palabras de la profecía de este libro”, y al que “haga añadiduras a esto” (Ap 22,18s) de algún modo, considerando los diferentes resultados.

            En el acto vocacional, Dios incide en la conciencia más recóndita del hombre, a lo más íntimo de su corazón, produciendo un cambio en su existencia y transformándolo en un ser nuevo. Normalmente le señala una misión que constituye una constante precisa; y, al mismo tiempo, constante también es la aceptación, no exenta de dificultades, del contenido por parte del interpelado acorde con la programación divina.

            La vocación cristiana es el dato fundamental de S. Pablo en su primera carta a los Corintios: “santificados en Cristo Jesús, por vocación santos,...”  (1Cor 1,2). La santidad, pues, es la meta a la que está convocado el creyente.

 

 

viernes, 14 de agosto de 2020

PASTORAL VOCACIONAL

 VISIÓN:

Ser mediación del llamado de Jesús para los jóvenes, de la Diócesis Mao-Montecristi, a través de un itinerario formativo que vaya desde jornadas Vocacionales y actividades de promoción que desemboquen en procesos de acompañamiento y discernimiento, que los lleven a optar por Cristo en una vocación específica, y generar así una cultura vocacional en la Iglesia y en la sociedad.


MISIÓN:

La pastoral vocacional es la misión de la Iglesia destinada a cuidar el nacimiento, el discernimiento y el acompañamiento de las vocaciones. (PDV 34).


FINALIDAD:

Ayudar a despertar la vocación bautismal; buscando discernir, cultivar y acompañar el proyecto de Dios para cada discípulo misionero; esta finalidad se concretiza en un proyecto de vida; que privilegia la oración; promueve y coordina las iniciativas vocacionales. (cf. DA, 314).

¿Qué es la pastoral vocacional?

TESTIMONIOS PARA ILUMINAR NUESTRO DISCERNIMIENTO

 A partir de tres testimonios tomados de la Escritura, queremos ayudarte a que tú también puedas, escuchando al Señor que te habla, responde...